GURDJIEFF SE REVELA
A principios de 1912, llego un pasajero muy especial a Moscú. En su equipaje traía nada menos que un crisol ideológico que era al mismo tiempo cosmología, psicología, topología humana, critica semántica, epistemología, cosmogonía, fenomenológica de la conciencia y filosofía existencial practica.
Veinte años había tomado a Gurdjieff cristalizar y organizar los fragmentos del conocimiento adquirido y se sentía listo para congregar discípulos. Y lo hizo con su particular estilo. Después de recorrer las conmocionadas calles moscovitas, recibía en las noches a la gente disfrazado de “el príncipe Orzay”, con turbante y bata de seda. En esos días, conoció a la condesa Julia Osipovna Ostrowska, con quien permaneció casado hasta la muerte de ella.
Poco a poca, se va formando un grupo de seguidores importantes, entre los que se destaca P.D. Ouspensky, a quien conoce en 1915. Un año antes, Gurdjieff había supervisado la primera obra literaria de su enseñanza, escrita por un discípulo anónimo y titulada Vislumbres de la Verdad.
Hay vientos de guerra y revolución lo que obliga a Gurdjieff a moverse buscando una plaza segura. A fines de 1917 se traslada a Essentuki, en el Caucaso. La nueva sede del Instituto para el desarrollo Armónico del Hombre seria una prueba de fuego para sus alumnos. En jornadas inacabables e intensas, practican danzas sagradas, telepatía, ayunos, caminatas y sus famosos ejercicios del “stop” y los “brazos extendidos”. Se producen alejamientos, como el de Ouspensky, quien continua entregando el conocimiento adquirido pero en forma independiente, aunque sin perder del todo el contacto con Gurdjieff.
En plena revolución, la ciudad pasaba de mano en mano y nadie tenia la vida asegurada. Como un prestidigitador, inventa una expedición en busca de dólmenes; consigue los permisos correspondientes y parte con sus alumnos en un viaje complicado y no exento de peligros, que culmina en Tiflis, capital de Georgia, todavía en manos del ejército zarista.
Allí establece por tercera vez su Instituto, en 1919, lo siguen Mdme. Ostrowska, los Stjoernval y los De Hartmann y se agregan Alexandre y Jeanne de Salzmann. Pero las condiciones políticas de Georgia nuevamente lo obligan a emigrar, esta vez a Constantinopla. Ouspensky, que esta allí, le confía su propio grupo de alumnos y lo apoya por un tiempo, pero vuelven a separarse, y Gurdjieff decide aceptar una invitación de Jaques-Dalcroze para instalarse en Hellerau, cerca de Dresden.
La idea de avecinarse en Alemania no prospera por litigios legales, tampoco el ofrecimiento de sus seguidores en Londres, por lo que Gurdjieff pone sus ojos en Francia. A pesar de todos estos cambios, “el trabajo” (termino con el que se denomina a la practica concreta de las enseñanzas gurdjieffianas) se mantiene y el grupo continua, ya que precisamente, el cuarto camino, vía evolutiva dentro de la cual se inscribe este trabajo, se desarrolla entre las tormentas de la vida cotidiana.
LOS FILOSOFOS DEL BOSQUE
Al comienzo, Gurdjieff arrendó una casa que compartía con sus alumnos en el distrito de Auteuil, en la cual los días transcurrían entre diálogos acerca del trabajo y la practica de las danzas. En octubre de 1922, el grupo se cambio a Fontainebleau, al sur de Paris, a una hermosa mansión de la aristocracia francesa.
Como siempre, Gurdjieff apelo a todos sus recursos para financiar el subido alquiler, alimentar a todos y enfrentar la titánica misión de levantar una nueva sede. Rodeado de bosques y magnificos jardines, este era el lugar ideal para el Trabajo. Inmediatamente, comienzan las tareas para adaptar la casa. Desde el amanecer hasta la noche, los seguidores preparan las salas para los ejercicios físicos y las danzas sagradas, construyen el teatro, los establos y la casa de estudios.
Los “filósofos del bosque”, como se les denominaba en la época, suscitaban no pocos comentarios. Especialmente conflictiva fue la muerte, por tuberculosis, de la escritora Catherine Mansfield, ocurrida en Fontainbleau en 1923. Los periodistas condenan el Instituto haciéndose
eco de la opinión de muchos detractores. A pesar de esto, es visitado por lo más representativo de la “inteligencia” europea.
De nuevo Gurdjieff emplea la técnica del sobreesfuerzo para “despertar” la conciencia dormida y mecánica de sus discípulos. Las jornadas son agotadoras: danzas, ejercicios gimnásticos, difíciles prácticas de concentración, meditaciones .... El 13 de diciembre de 1923 se realiza la primera representación pública de las danzas sagradas, en el Teatro de los Campos Eliseos, impresionando al sofisticado público parisino.
Aquí, una etapa de agitadas y sucesivas giras se inicia con representaciones de las danzas en Nueva Cork y Chicago. El éxito es estruendoso y se empieza a hablar de Gurdjieff en los periódicos de todo el mundo.
LLEGA “BELCEBU”
En el verano de 1924 Gurdjieff sufre, camino a Paris, un accidente de automóvil casi fatal. Los médicos no dan esperanza de vida, pero el agonizante se recupera milagrosamente, creando a su alrededor una atmósfera todavía mas mítica. El accidente sume a Gurdjieff en una crisis y resuelve dar un rumbo distinto a su labor. Aleja a los “parásitos” con el pretexto de que se cerraría el Instituto y empieza a escribir, con la ayuda de Olga de Hartmann, su obra Relatos de Belcebú a su nieto. Desde luego, no uso el lenguaje establecido. Muy por el contrario. Su atrevida sintaxis, disgregaciones, dislocaciones secuénciales y complicado estilo, la hacen una obra espiritual complicada y polémica. Quizás porque como todo lo gurdjieffano, la verdad solo puede alcanzarse experimentando por si mismo.
Los siguientes años no son fáciles. En 1926, muere su mujer, Julia Ostrowska, de un cáncer prolongado. Las deudas de Fontainebleau son cuantiosas y la salud del maestro esta muy debilitada. Se suma su desesperación por el poco nivel de desarrollo de sus discípulos.
Inicia la producción de su libro, que más tarde se llevaría al cine, Encuentros con Hombres Notables, al mismo tiempo que facilita el alejamiento de los De Hartmann y otros seguidores, y continúa con sus viajes a Norteamérica. Finalmente, en 1933, pierde en definitiva la mansión que lo albergo durante mas de una década.
EL OCASO
Ya no habrá otro “Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre”. El periodo que sigue marca una especie de gran paréntesis en la actividad de Gurdjieff. Ha visto desaparecer sucesivamente a su madre y luego a su esposa, ambas afectadas de enfermedades incurables, y lleva una existencia cada vez mas solitaria y retirada.
En 1934 va a vivir durante un tiempo al Grand Hotel, en los altos del Café de la Paix, su “oficina” parisina. No tiene alumnos regulares y recibe a pocas visitas.
Al mismo tiempo prosigue su reflexión sobre los métodos, los medios y el campo de aplicación de su enseñanza. Su meta no ha cambiado: se trata de transmitir, más allá de su aporte personal, un conocimiento que no es de su propiedad.
Entre abril y setiembre de 1935, Gurdjieff viaja nuevamente a los Estados Unidos. Visita Nueva York, Boston, Chicago, Washington. Parece que tiene ambiciosos proyectos a los que debe renunciar cuando se entera de la muerte, en un accidente de aviación, del senador Cutting, quien debía reunir los fondos necesarios para su realización. Regresa entonces a Francia para consagrarse a la única actividad que en adelante tendrá importancia a sus ojos: la transmisión oral y personal del conocimiento.
Nuevos y antiguos seguidores, se agrupan en torno de él en su departamento. Gurdjieff comienza a cosechar en terreno complicado, ya que debe conjugar, pensando en el futuro, la interacción de discípulos de origen, nacionalidad y desarrollo muy disímiles.
Sus habilidades comerciales le permiten sobrellevar la segunda guerra mundial sin mayores sobresaltos. Los pupilos se agrupan para compartir y aprender en un departamento atestado de gente, en el que la actividad comenzaba al mediodía con la lectura de los escritos aun inéditos del maestro. Le seguía una comida ceremonial de media tarde. Entonces, los invitados se retiraban para regresar en la noche, continuando los diálogos y lecturas. Después de una cena tardía, se iban a las dos y media de la mañana. Gurdjieff les aporta a diario “las condiciones necesarias para un estudio directo y una aplicación efectiva de sus ideas”.
En el transcurso del verano de 1948, es nuevamente victima de un accidente de carretera. Nuevamente, rechaza las prescripciones médicas y cuida solo sus costillas rotas y sus heridas. Una vez mas sus allegados declaran no comprender como se cura.
En 1949, realiza su última visita a Estados Unidos para supervisar la edición de sus libros.
A su regreso, se preocupa de la difusión de sus ideas y de sus métodos de trabajo en diversos países de Europa. En el transcurso del año 1949, a pesar de la fatiga que lo asalta cada vez con más frecuencia, sigue desplegando la misma actividad. Sin embargo siente que su tiempo esta contado. Durante una comida declaro: “He trabajado mucho. Mi libro será publicado pronto. Todo el mundo podrá leerlo. Entonces partiré .... lejos .... adonde pueda descansar ....”
Y como le preguntaron si quería ir a California, Gurdjieff respondió: “ Quizás a California, quizás mas lejos”
De hecho, en el otoño, se prepara a regresar a los Estados Unidos.
Pero el barco que, el 20 de octubre, debe llevarlo a Nueva York, leva anclas sin el. Gurdjieff esta enfermo. A los que deben acompañarlo el les pide que no retarden su viaje, sino que estén allí para recibirlo cuando llegue.
Falleció en la mañana del 29 de octubre de 1949 en el hospital americano de Neuilly, y fue sepultado en el cementerio de Avon, al lado de su madre, de su esposa y de su hermano. Después del solemne entierro, Jeanne de Salzmann dijo a sus discípulos: ... cuando un maestro como el señor Gurdjieff se va, no puede ser reemplazado...”
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