Manifiesto del 10 de marzo del 2003
de Su Santidad el Dalai Lama
Nuestros
más sinceros saludos a todos los camaradas del Tíbet
y del exilio así como a nuestros amigos y personas
que nos apoyan en todo el mundo en conmemoración del
44º aniversario del Levantamiento del Pueblo Tibetano
de 1959. Durante el pasado año, si bien es cierto que
se desarrollaron aspectos positivos en cuanto al tema general
del Tíbet, nos sigue preocupando la continua marginalización
de los tibetanos en su propio país y el modo de operar
de los chinos respecto a los Derechos Humanos y la libertad
religiosa del pueblo tibetano.El XVI Congreso de del Partido
Comunista Chino marcó una nueva era en China al transferir
el liderazgo de la tercera a la cuarta generación.
Esto supone un indicio de madurez política y adaptabilidad.
Las reformas que Deng Xiaoping inició y que posteriormente
siguió implantando el Presidente Jiang Zemin han aportado
grandes cambios en China, especialmente en los campos de la
economía, el comercio y en el proceder de las relaciones
internacionales. Recibo con agrado esta nueva dirección
pues, por mi parte, siempre he atraído la atención
hacia la necesidad de integrar a China en la corriente de
la comunidad mundial y me he pronunciado en contra de cualquier
idea de aislar y contener a China.
Desgraciadamente, en fuerte contraste con estos aspectos positivos,
este enfoque pragmático y flexible no está presente
cuando se trata de sustentar los derechos cívicos y
políticos básicos y las libertades de sus ciudadanos,
especialmente respecto a las llamadas minorías dentro
de la República Popular de China.Nos alentó
la puesta en libertad de presos de conciencia tibetanos y
chinos durante el pasado año. Entre ellos, prisioneros
tibetanos como Takna Jigme Sangpo y Ani Ngawang Sangdrol que
pasaron años en prisión por el mero hecho de
atreverse a expresar su visión de las políticas
chinas en el Tíbet, y en particular de la historia
tibetana. Representan el coraje y la determinación
del pueblo tibetano dentro del Tíbet.Fue para mi una
satisfacción que el gobierno chino hiciera posible
que mis representantes visitaran Beijing para reestablecer
el contacto directo con los dirigentes chinos y que visitaran
el Tíbet a fin de interactuar con los miembros dirigentes
locales tibetanos.
La visita a Beijing de mis enviados el pasado mes de septiembre
proporcionó la oportunidad para exponer al gobierno
chino nuestra visión en cuanto al tema del Tíbet.
Me sentí muy alentado al ver que el intercambio de
opiniones se llevó a cabo en un clima amistoso y lleno
de significado.Había instruido a mis representantes
a desarrollar todos los esfuerzos para perseguir una vía
de diálogo con los dirigentes en Beijing y a tener
en cuenta toda oportunidad para desvanecer los actuales malentendidos
e interpretaciones erróneas en Beijing sobre nuestra
visión y posición. Es la única manera
sensata, inteligente y humana de resolver las diferencias
y establecer una comprensión. No será tarea
fácil, ni tampoco es algo que pueda conseguirse en
un periodo corto de tiempo. No obstante, supone para los pueblos
tibetano y chino una oportunidad única y crucial para
dejar atrás décadas de amargura, desconfianza
y resentimiento y crear una nueva relación basada en
la igualdad, amistad y beneficio mutuo.Los dirigentes chinos
consecutivos han reconocido y prometido respetar con comprensión
y tolerancia la cultura, historia e identidad distintiva del
Tíbet.
Los hechos reales son, no obstante, que cada vez que los tibetanos
expresan lealtad e interés por su propio pueblo, las
autoridades chinas optan por su usual "política
de represión despiadada", por lo cual son etiquetados
de "separatistas" y en consecuencia son arrestados
y encarcelados. Carecen de toda oportunidad para hablar claramente
de la verdad. La reciente ejecución de Lobsang Dhondup
y la sentencia de muerte de Tulku Tenzin Delek sin el debido
proceso legal son claros ejemplos de esta política,
que no puede resolver el problema y por tanto debe ser cambiada.Mi
sincera esperanza es que el gobierno chino pueda hallar el
coraje, la visión y la sabiduría que aporten
nuevas aperturas para solucionar la cuestión tibetana
a través del diálogo.
Si miramos la situación mundial que nos rodea, no podemos
dejar de observar cómo conflictos de raíces
étnicas desatendidos pueden manifestarse de repente
de maneras extremadamente difíciles de resolver. Por
tanto, es de interés para la República Popular
China el abordar tales cuestiones. Una nueva iniciativa creativa
para resolver el tema del Tíbet serviría para
mostrar una señal muy convincente de que China está
cambiando, madurando y volviéndose más receptiva
para asumir un papel más amplio en el escenario global
como poder digno de confianza y progreso. Un enfoque constructivo
respecto al Tíbet proporciona importantes oportunidades
para crear un clima político de confianza, esperanza
y apertura, tanto a nivel local como internacional. Tal expresión
por parte de los dirigentes chinos en esta época en
que el mundo siente una profunda ansiedad por los conflictos
internacionales, el terrorismo y la lucha étnica, contribuirá
a conmover y a generar un clima de seguridad al mundo.Es necesario
reconocer que la lucha por la libertad tibetana no concierne
a ninguna posición personal o de bienestar. Ya en el
año 1969 dejé claro que es el pueblo tibetano
quien ha de decidir si la institución, fundada hace
siglos, del Dalai Lama debe o no continuar. En 1992, en una
declaración formal, establecí claramente que
cuando volviéramos al Tíbet con un cierto grado
de libertad, yo no sostendría ningún cargo en
el gobierno tibetano, ni tampoco cualquier otra posición
política. Sin embargo, como a menudo declaro, seguiré,
hasta el último día de mi vida, comprometido
por los valores humanos y la armonía religiosa. También
declaré, en esa ocasión, que la Administración
Tibetana en exilio debería disolverse y que los tibetanos
en el Tíbet deben tomar sobre sí la responsabilidad
principal de encargarse del gobierno tibetano. Siempre he
creído que en el futuro Tíbet debe seguir un
sistema secular y democrático de gobierno.
Por tanto, no hay ningún fundamento para alegar que
nuestros esfuerzos se dirigen a la restauración del
antiguo sistema social del Tíbet. Ningún tibetano
o tibetana sea en el exilio o en el Tíbet tiene ningún
deseo en particular por restaurar el viejo y anticuado orden
social tibetano. Al contrario, la democratización de
la comunidad tibetana empezó poco tiempo después
de nuestra llegada al exilio. Esto culminó en la elección
directa de nuestros dirigentes políticos en 2001. Estamos
comprometidos a continuar llevando a cabo acciones vigorosas
para seguir difundiendo los valores democráticos entre
el pueblo tibetano en general.Ya en los años setenta,
tras consultar con altos cargos del gobierno tibetano, tomé
la decisión de buscar una solución para el problema
tibetano por medio del "enfoque del camino del medio".
Este contexto no requiere la independencia y la separación
del Tíbet. Al mismo tiempo, aporta una genuina autonomía
para los seis millones de hombres y mujeres que se consideran
tibetanos que permite preservar su identidad distintiva, promover
su herencia religiosa y cultural, que está basada en
una filosofía que posee siglos de antigüedad y
que aún resulta beneficiosa en pleno siglo XXI, y proteger
el delicado medio ambiente del territorio del Tíbet.
Este enfoque contribuirá a la estabilidad general y
la unión de la República Popular China. Sigo
comprometido a este enfoque realista y pragmático,
y continuaré llevando a cabo todos mis esfuerzos a
fin de alcanzar una solución mutualmente aceptable.
La realidad hoy día es que todos somos interdependientes
y todos tenemos que coexistir en este pequeño planeta.
Por tanto, la única manera sensata e inteligente de
resolver las diferencias tanto entre individuos, pueblos o
naciones es a través de una cultura política
de no violencia y diálogo. Puesto que nuestra lucha
está basada en la verdad, la justicia y la no violencia,
y no está dirigida en contra de China, nos sentimos
afortunados de recibir cada vez más simpatía
y apoyo mundial, incluso entre los chinos. Expreso mi aprecio
y gratitud por esta firme solidaridad. También quisiera
expresar, una vez más, en nombre de los tibetanos,
nuestro aprecio e inmensa gratitud a las personas del gobierno
de India por su inalterable e incomparable generosidad y apoyo.Rindo
homenaje a todos los hombres y mujeres valientes del Tíbet
que han muerto por la causa de nuestra libertad. Rezo para
que el sufrimiento de nuestro pueblo llegue pronto a su fin.
S.S. El Dalai Lama
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