La
vida, sobre la faz de la Tierra, sería distinta si
nosotros disolviéramos el Ego, el "yo"; entonces
la Conciencia de cada uno despierta, iluminada, irradiaría
amor y habría paz sobre la faz de la Tierra.
La
paz no es cuestión de propagandas, ni de apaciguamientos,
ni de ejércitos, ni de "O.E.A.S.", ni de
"ONUS", ni nada por el estilo; la paz es una substancia
que emana del Ser, que viene de entre las entrañas
mismas del Absoluto. No puede haber paz sobre la faz del mundo,
no podrá haber verdadera tranquilidad en todos los
rincones de la Tierra, en tanto los factores que producen
guerras existan en el interior de nosotros. Es claro que mientras
dentro de cada uno de nos haya discordia, en el mundo habrá
discordia.
La
masa no es más que una extensión del individuo;
lo que es el individuo, es la masa y lo que es la masa exterior,
es el mundo. Si el individuo se transforma, si el individuo
elimina de sí mismo los elementos del odio, del egoísmo,
de la violencia, de la discordia, etc., es decir, si consigue
destruir el Ego para que su Conciencia quede libre, sólo
habrá en él eso que se llama "Amor".
Si cada individuo de los que pueblan la faz de la Tierra disolviera
el Ego, las masas serían masas de Amor, no habrían
guerras, no habrían odios; pero no podrá en
verdad haber paz en el mundo, mientras exista el Ego.
Algunos
afirman que desde el año 2.001 ó 2.007 en adelante,
vendrá la era de la fraternidad, del amor y la paz.
Pero yo, pensando aquí en voz alta, me pregunto a mí
mismo, y hasta les pregunto a ustedes: ¿de dónde
van a sacar esa era de fraternidad, de amor y de paz entre
"los hombres de buena voluntad"? ¿Creen ustedes
acaso que el Ego de la psicología con sus odios, con
sus rencores, con sus envidias, con sus ambiciones, con sus
lujurias, etc., puede crear una edad de amor, de felicidad,
etc., etc.? ¿Podría acaso darse ese asunto?
¡Obviamente que no!
Si
queremos de verdad la paz en el mundo, pues tenemos que morir
en sí mismos, tiene que destruirse en nosotros lo que
tenemos de inhumanos: el odio que cargamos, las envidias,
los celos espantosos, esa ira que nos hace tan abominables,
esa fornicación que nos hace tan bestiales, etc. Más
en tanto continúen existiendo tales factores dentro
de nuestra psiquis, el mundo no podrá ser diferente;
antes bien, se volverá peor, porque a través
del tiempo el Ego se irá volviendo cada vez más
poderoso, más fuerte, y conforme el Ego se manifieste
con más violencia, el mundo se irá haciendo
cada vez más tenebroso. Y al paso que vamos, si no
trabajamos sobre sí mismos, llegará un día
en que ya ni siquiera podremos existir, porque unos a otros
nos destruiremos violentamente.
Si
continuara robusteciéndose el Ego indefinidamente,
así como vamos, llegará el momento en que nadie
podrá tener seguridad de su vida ni de su hogar. En
un mundo donde la violencia ha llegado al máximo, ya
nadie tiene seguridad de su propia existencia.
Así,
creo firmemente que la solución de todos los problemas
del mundo está, precisamente, en la disolución
del "yo".
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