Es
Claro que nos toca irnos independizando cada vez más
y más de la mente. La mente, ciertamente es un calabozo,
una cárcel donde todos estamos prisioneros. Necesitamos
evadirnos de esa cárcel si es que realmente queremos
saber que cosa es la libertad, esa libertad que no es del
tiempo, esa libertad que no es de la mente.
Ante
todo debemos considerar a la mente como algo que no es el
Ser. La gente, desafortunadamente, está muy identificada
con la mente, y dice: "Estoy pensando", se siente
como mente.
Hay
escuelas que se dedican a fortificar la mente, dan cursos
por correspondencia, enseñan a desarrollar la fuerza
mental, etc. Todo eso es absurdo; no es fortificando los barrotes
de la prisión donde estamos metidos. Lo indicado, lo
que necesitamos es destruir esos barrotes para conocer la
verdadera libertad que, como les he dicho a ustedes, no es
del tiempo. Mientras estemos entre la cárcel del intelecto,
seremos incapaces de experimentar la verdadera libertad.
La
mente en si misma es una cárcel muy dolorosa; nadie
ha sido feliz con la mente hasta la fecha. ¿Cuándo
han conocido al primer hombre feliz con la mente? La mente
hace desdichadas a todas las criaturas, las hace infelices.
Los momentos más dichosos que hemos tenido en la vida,
han sido siempre en ausencia de la mente. Ha sido un instante,
sí, pero ya no se nos podrá olvidar nunca; en
tal segundo, hemos sabido lo que es la felicidad, pero sólo
ha durado un segundo.
La
mente no sabe qué cosa es la felicidad, ella es una
cárcel. Hay que aprender, pues, a dominar la mente
-no la ajena, sino la propia-, dominarla, si es que queremos
independizarnos de ella. Se hace necesario, se hace indispensable
aprender a mirar la mente como algo que debemos dominar, como
algo digamos, que hay que amansar. Recordemos al divino Maestro
Jesús, entrando a la Jerusalén Celestial, montado
en su borrico en "Domingo de Ramos", ese borrico
es la mente que hay que someter; debemos montar en él,
no que él monte en nosotros. Desgraciadamente, la gente
es víctima, el borrico monta sobre la gente; la pobre
gente no sabe montar en el borrico. Es un borrico, dijéramos
demasiado torpe y hay que dominarlo, si es que verdaderamente
queremos montar en él.
Durante
la meditación, debemos platicar con la mente; si alguna
duda se atraviesa, necesitamos hacerle la disección
a la duda. Cuando una duda ha sido debidamente estudiada,
cuando se le ha hecho la disección, no deja en nuestra
memoria rastro alguno, desaparece; pero cuando una duda persiste,
cuando queremos nosotros únicamente combatirla, incesantemente,
entonces se forma un conflicto. Toda duda es un obstáculo
para la meditación, pero no es rechazando las dudas
como vamos a eliminarlas; es haciéndoles la disección,
para ver qué es lo que esconden de real.
Cualquier
duda que persiste en la mente, se convierte en una traba para
la meditación, entonces hay que analizar, descuartizar,
reducir a polvo la duda. No combatiéndola, no, -repito-
sino abriéndola con el escalpelo de la auto-crítica,
haciéndole una disección rigurosa, implacable;
sólo así vendremos a descubrir qué es
lo que había de importante en la duda, y qué
era lo que había de real en la duda, y qué de
irreal.
Así
pues, las dudas a veces sirven para aclarar conceptos. Cuando
uno elimina una duda mediante el análisis riguroso,
cuando le hace la disección, descubre alguna verdad;
de tal verdad, viene algo más profundo: más
sapiencia, más sabiduría. La sabiduría
se elabora pues, sobre la base de la experimentación
directa, sobre la experimentación propia, sobre la
base de la meditación profunda.
Hay
veces que necesitamos, repito, platicar con la mente; porque
muchas veces, cuando queremos que la mente esté quieta,
cuando queremos que la mente esté en silencio, ella
persiste en su necedad, en su parloteo inútil, en una
lucha de antítesis. Entonces es necesario interrogar
a la mente, decirle "pero bueno, ¿qué es
lo que tú quieres mente? ¡Bien contéstame,
explícame qué es lo que tú quieres!"
Si la meditación es profunda, puede surgir en nosotros
alguna representación; en esa representación,
en esa figura, en esa imagen, está la respuesta.
Debemos
entonces platicar con la mente y hacerle ver la realidad de
las cosas, hacerle ver que su respuesta está equivocada,
hacerle ver que sus preocupaciones son inútiles y el
motivo por el cual son inútiles, y al fin la mente
queda quieta, en silencio. Más si notamos que no surge
la iluminación todavía, que aun persiste en
nosotros el estado caótico, la confusión de
la mente con su lucha y su parloteo incesante, entonces tenemos
que llamarla nuevamente al orden, interrogarla: "Bueno,
¿qué es lo que tú quieres?" Decirle:
"¿Qué es lo que tú andas buscando,
por qué no me dejas en paz? Hablar claro, platicar
con la mente como si fuera un sujeto extraño, porque
ciertamente, ella es un sujeto extraño, ella no es
el Ser; entonces hay que tratarla como a un extraño,
hay que recriminarla, hay que regañarla.
Los
estudiantes del Zen avanzado, acostumbran el Yudo; pero el
Yudo Psicológico de ellos no ha sido comprendido por
los turistas que llegan a Japón. Ver por ejemplo a
los monjes practicando el Yudo, luchando unos contra otros,
parecería como un ejercicio meramente físico,
más no lo es. Cuando ellos están practicando
el Yudo, realmente casi no se están dando cuenta del
cuerpo físico, su lucha va realmente dirigida a dominar
su propia mente. El Yudo en el que se hayan combatiendo, es
contra la propia mente de cada uno. De manera que el Yudo
Psicológico tiene por objeto someter la mente, tratarla
científicamente, técnicamente, con el objeto
de someterla. Desgraciadamente los occidentales, que solamente
ven la cáscara del Yudo, como siempre superficiales
y necios, tomaron el Yudo como defensa personal, física,
y se olvidaron de los principios Zen y Chan -eso ha sido verdaderamente
lamentable-. Es algo muy semejante a lo que sucedió
con el Tarot. Ustedes saben que en el Tarot está toda
la sabiduría antigua, ustedes saben que en el Tarot
están todas las leyes cósmicas y de la Naturaleza.
Por ejemplo, un individuo que habla contra la Magia Sexual,
está hablando contra el Arcano 9 del Tarot; por lo
tanto, se está echando encima un Karma horrible. Un
individuo que hable a favor, dijéramos, del Dogma de
la Evolución, que quiere esclavizar las mentes ajenas
con el Dogma de la Evolución, está quebrantando
la ley del Arcano 10 del Tarot, y así sucesivamente.
El Tarot es el patrón de medida para todos, como lo
dije en mi libro titulado "El Misterio del Aureo Florecer".
Termino diciendo que los autores son libres de escribir lo
que quieran, muy libres, pero que no olviden el patrón
de Medidas, el Tarot, el "Libro de Oro", si es que
no quieren violar las leyes cósmicas y caer bajo la
Ley de la Katancia -el Karma Superior-. Quienes defienden
el Dogma de la Evolución, están quebrantando
las leyes del Arcano 10 del Tarot.
Bueno,
después de esta pequeña disgresión, quiero
decirles a ustedes que este Tarot tan sagrado, tan sapiente,
se convirtió en un juego de "póquer",
en los distintos juegos de naipes que hay para divertir a
la gente; se olvidó la gente de sus leyes, de sus principios.
Las piscinas sagradas de los templos de la antigüedad,
de los templos de Misterios, se convirtieron hoy en albercas
para bañistas. El toreo, ciencia profunda, ciencia
taurina de los antiguos Misterios de Neptuno, en la Atlántida,
se convirtió hoy en el circo vulgar de toros. Así
pues, no es extraño que el Yudo Zen o Chan, que tiene
por objeto, precisamente, someter a la mente propia en cada
uno de sus movimientos y jugadas, haya degenerado, haya perdido
sus principios en el mundo occidental, y se haya convertido
nada más que en algo profano, que solo se usa hoy para
la defensa personal.
Miremos
el aspecto psicológico del Yudo, no quiero decirles
a ustedes que yo voy a enseñarle Yudo físico,
porque ni yo mismo lo practico, pero sí estoy enseñándoles
el Yudo Psicológico.
Se
necesita dominar a la mente; la mente tiene que obedecer,
hay que recriminarla fuertemente para que obedezca. ¿Cómo
es posible que estando nosotros en una práctica de
meditación, en instantes en que buscamos la quietud,
más se impone ella, no quiere estarse quieta? Hay que
saber por qué no quiere quedarse quieta, hay que interrogarla,
hay que recriminarla, hay que azotarla, hacerla obedecer -es
un borrico terco, torpe, que hay que domeñar-. Esto
no lo ha enseñado Krisnhamurti, tampoco lo ha enseñado
el Zen o el Chan; esto que les estoy diciendo, pertenece a
la Segunda Joya del Dragón Amarillo, a la Segunda Joya
de la Sabiduría. Dentro de la Primera Joya podemos
incluir al Zen, pero la Segunda Joya no la explica el Zen,
aunque sí tenga los prolegómenos con su Yudo
Psicológico. La Segunda Joya implica la disciplina
de la mente, dominándola, azotándola, regañándola;
la mente es un borrico insoportable que hay que amansar.
Así
pues, durante la meditación tenemos que contar con
muchos factores, si es que queremos llegar a la quietud y
al silencio de la mente. Necesitamos estudiar el desorden
porque solamente así nosotros podemos establecer el
orden. Hay que saber qué es lo que existe en nosotros
de atento, y qué es lo que hay en nosotros de desatento.
Siempre que entramos en meditación, nuestra mente está
dividida en dos partes: la parte que atiende, la parte atenta,
y la parte desatenta. No es a la parte atenta a la que tenemos
que poner atención, sino precisamente a lo que hay
de desatento en nosotros. Cuando nosotros logramos comprender
a fondo lo que hay de desatento en nosotros, y estudiamos
los procedimientos para que lo desatento se convierta en atención,
habremos logrado la quietud y el silencio de la mente. Pero
tenemos que ser juiciosos en la meditación, enjuiciarnos
a sí mismos, saber qué es lo que hay de desatento
en nosotros; necesitamos hacernos conscientes de aquello que
existe de desatento en nosotros.
P.-
Cuando decimos que debemos "dominar a la mente",
¿quién la debe dominar?
R.-
La Esencia; la Esencia, la Conciencia debe dominar a la mente.
P.-
Entonces, ¿despertando consciencia tenemos más
poder sobre la mente?
R.- Naturalmente que sí, si nos hacemos conscientes
de lo que hay de inconsciente en nosotros. Así pues,
se hace urgente, inaplazable, domeñar la mente, platicar
con ella, recriminarla, azotarla con el látigo de la
voluntad, hacerla obedecer. Esto pertenece a la Segunda Joya
del Dragón Amarillo. Como les dije, yo estuve reencarnado
en la China antigua, y me llamé Chou Li; fui iniciado
en la Orden del Dragón Amarillo, tengo orden de entregar
las Siete Joyas del Dragón Amarillo.
Ante todo no debemos identificarnos con la mente, si es que
queremos sacar, verdaderamente, el mejor partido de la Segunda
Joya; porque si nosotros nos sentimos mente, si digo "estoy
razonando, estoy pensando", entonces estoy afirmando
un adefesio, y no estoy de acuerdo con la Doctrina del Dragón
Amarillo, porque el Ser no necesita pensar, el Ser no necesita
del razonar, quien razona es la mente. El Ser es el Ser y
la Razón de ser del Ser es el mismo Ser. El es lo que
es lo que siempre será, El es la vida que palpita en
cada átomo, como palpita en cada Sol. Así pues,
lo que piensa no es el Ser, quien razona no es el Ser. Nosotros
no tenemos encarnado todo al Ser, pero sí tenemos encarnada
una parte del Ser, es la Esencia, el Buddhata, eso que hay
de Alma en nosotros; lo anímico, el material psíquico.
Es necesario pues, que esta Esencia viviente se imponga sobre
la mente.
P.-
Maestro, ¿quiere decir entonces que lo que se analiza
es el "yo", los "yoes"?
R.-
Así es, porque los "yoes" no son sino formas
de la mente, formas mentales que hay que desintegrar, reducir
a polvareda cósmica.
P.-
En ese caso, si desintegramos los "yoes" ¿dejamos
de analizar y de razonar?
R.-
Pues claro está que sí. Aunque podría
darse el caso de que alguien disuelva los "yoes",
los elimine. Podría darse el caso de que ese alguien,
además de disolver los "yoes" se fabrique
un Cuerpo Mental, obviamente adquiere individualidad intelectual,
empero tiene que liberarse hasta del mismo Cuerpo Mental,
porque el mismo Cuerpo Mental, por muy perfecto que sea también
razona, también piensa, y la forma más elevada
de pensar es no pensar. Mientras se piense, no se está
en la forma más elevada de pensar. El Ser no necesita
pensar; El es lo que siempre ha sido, lo que siempre será.
Así pues, en síntesis, hay que subyugar a la
mente, azotarla, interrogarla; no necesitamos someter mentes
ajenas, porque eso es magia negra. No necesitamos dominar
la mente de nadie, porque eso es brujería de la peor
clase. Lo que necesitamos nosotros es someter a nuestra propia
mente, dominarla.
Durante
la meditación, repito, hay dos partes: aquella que
está atenta y aquella que está desatenta; necesitamos
hacernos conscientes de lo que hay de desatento en nosotros,
y haciéndonos conscientes, podemos evidenciar que la
desatención tiene muchos factores. Vamos a analizar
alguno de esos factores.
Duda:
hay muchas dudas, son muchas las dudas que existen en la mente
humana. ¿De dónde vienen las dudas de la mente?
Veamos, por ejemplo el ateísmo, el materialismo, el
escepticismo. Si los descuartizamos, vemos que existen muchas
formas de escepticismo, muchas formas de ateísmo, muchas
formas de materialismo. Existen personas que se dicen "ateos",
"materialistas"; sin embargo, le temen por ejemplo
a las hechicerías, a las brujerías, respetan
a la Naturaleza, saben ver a Dios en la Naturaleza, pero a
su modo. Cuando se les platica sobre asuntos espirituales
o religiosos, se declaran "ateos", "materialistas"
su ateísmo es una forma nada más que incipiente.
Hay otra forma de materialismo y ateísmo: el del tipo
marxista-leninista, incrédulo, escéptico. En
el fondo, algo busca ese materialista-ateísta; quiere
sencillamente desaparecer, no existir, aniquilarse íntegramente,
no quiere saber nada de la Mónada Divina, la odia.
Obviamente, al proceder así, se desintegra como él
quiere -es su gusto-, dejará de existir, descenderá
a los Mundos Infiernos, hacia el centro de gravedad del planeta;
ese es su gusto: auto-destruirse. Perecerá, sí,
la Esencia se liberará, retornará a nuevas evoluciones
y pasará por nuevas involuciones. Volverá, una
y otra vez, en distintos ciclos de manifestación, a
caer en el mismo escepticismo y materialismo, pero a la larga
aparece el resultado. ¿Cual? Cuando el día en
que definitivamente, se cierran todas las puertas: cuando
los 3000 ciclos se agotan. Entonces la Esencia se absorbe
en la Mónada, y esta, a su vez, entre el seno del Espíritu
Universal de Vida, pero sin Maestría. ¿Qué
era lo que quería realmente esa Esencia, qué
era lo que buscaba con su ateísmo, con su materialismo,
cuál era su anhelo? Su anhelo ara rechazar la Maestría;
en el fondo, eso era lo que quería. Lo consigue, lo
logra, pero al fin termina como una Chispa Divina sin Maestría.
Así pues, las formas del escepticismo son variadas.
Hay
gente que se dice "católica, apostólica
y romana", sin embargo, en sus exposiciones son crudamente
materialistas y ateístas, pero van a misa los domingos,
comulgan y se confiesan. Esa es otra forma de escepticismo
y de materialismo.
Si
analizamos todas las formas habidas y por haber de escepticismo
y materialismo, descubrimos que no hay un solo escepticismo,
no hay un solo materialismo. La realidad es que son millones
de formas de escepticismo y de materialismo, y son millones,
sencillamente porque son mentales, cosas de la mente, es decir,
el escepticismo y el materialismo son de la mente y no del
Ser.
Cuando
alguien ha pasado más allá de la mente, se ha
hecho consciente de la Verdad, que no es del tiempo. Obviamente,
no puede ser ni materialista ni ateísta, aquél
que alguna vez ha escuchado el Verbo que está más
allá del tiempo, más allá de la mente.
El Ateísmo es de la mente, pertenece a la mente, es
como un abanico. Todas las formas de materialismo y ateísmo,
semejan un gran abanico; ¡son tantas, tan variadas:
es el abanico de la mente! Pero lo que hay de real está
más allá de la mente. El ateísta, el
materialista es ignorante, jamás ha escuchado el Verbo,
nunca ha conocido la Palabra Divina, jamás ha entrado
en "la Corriente del Sonido". Así pues, es
en la mente donde se gesta el ateísmo y el materialismo,
son formas de la mente, formas ilusorias que no tienen ninguna
realidad. Lo que verdaderamente es real, no pertenece a la
mente, lo que ciertamente es Real, está más
allá de la mente. Independizarnos de la mente es importante
para conocer lo Real, no para conocerlo intelectualmente,
sino para experimentarlo real y verdaderamente.
Así
pues, al poner atención a lo que hay de desatento,
podemos ver distintas formas de escepticismo, de incredulidad,
de dudas, etc. Ya viendo cualquier duda, de cualquier especie,
hay que descuartizarla, hacerle la disección para ver
que es lo que tiene de verdad, y una vez que la hemos descuartizado
totalmente, la duda desaparece, no dejando en la mente rastro
alguno, no dejando en la memoria ni la más insignificante
huella.
Cuando
observamos, pues, lo que hay de no-atento en nosotros, vemos
también la lucha de antítesis en la mente, es
entonces cuando hay que descuartizar a esas antítesis,
para ver qué es lo que tienen de verdad esas antítesis:
recuerdos, emociones, deseos o preocupaciones que se ignoran,
que no se sabe de dónde vienen, por qué vienen.
Cuando juiciosamente vemos que hay necesidad de llamar la
atención de la mente, hay un punto máximo en
que uno se ha cansado, en que la mente ya no quiere obedecer
en ninguna forma; entonces no queda más que recriminarla,
hablarle fuertemente, tratarla frente a frente, cara a cara,
como a un sujeto extraño e inoportuno; azotarla con
el látigo de la voluntad, recriminarla con la palabra
dura, hasta hacerla obedecer. Hay que platicar con la mente
muchas veces, para que entienda; si no entiende, pues hay
que llamarla al orden severamente.
No
identificarse con la mente, es indispensable. Así,
al azotar a la mente, subyugándola, dominándola,
si ella reacciona con violencia, pues volveremos nosotros
a azotarla. Así nosotros nos salimos de la mente y
llegamos a la Verdad, a aquello que ciertamente no es del
tiempo. Cuando nosotros logramos asomarnos a Eso que no es
del tiempo, podemos experimentar un elemento que transforma
radicalmente. Existe cierto elemento transformador que no
es del tiempo, que solamente se puede experimentar, repito,
cuando salimos de la mente. Cuando experimentamos ese elemento
transformador, luchamos intensamente hasta conseguir la Auto-Realización
Intima del Ser.
Una
y otra vez necesitamos independizarnos de la mente y entrar
en "la Corriente del Sonido", en el mundo de la
música en el mundo donde resuena la palabra de los
Elohim, donde reina ciertamente la Verdad. Pero mientras estemos
embotellados entre la mente ¿qué podemos saber
de la Verdad, lo que otros dicen? ¿Pero qué
sabemos nosotros? Lo importante no es lo que otros dicen,
sino lo que nosotros experimentamos por sí mismos.
Nuestro problema está pues, en cómo salirnos
de la mente; nosotros necesitamos Ciencia, Sabiduría
para emanciparnos.
Así
pues, mis caros hermanos, espero que todos ustedes, en la
práctica de hoy, hagan dijéramos consciencia
de lo que existe de no-atento en ustedes; que sean capaces
de hacerle la disección a cualquier duda, que sean
capaces de dominar la mente, de platicar cara a cara con ella,
de recriminarla. El objetivo de nosotros es buscar la quietud
y el silencio mental, cuando creemos que la mente está
quieta, cuando creemos que está en silencio, y sin
embargo no viene a nosotros ninguna experiencia Divina, es
porque no está quieta la mente ni en silencio; en el
fondo ella está parloteando. Entonces nosotros, a través
de la meditación, tenemos que platicar con ella, recriminarla,
interrogarla para ver qué es lo que quiere; que conteste,
que explique qué quiere; decirle: "Mente, ¿por
qué no te estás quieta, por qué no me
dejas en paz? ¿Qué es lo que tú quieres?"
Ella dará alguna respuesta; nosotros le contestamos
con otra explicación, tratando de convencerla; pero
si no quiere convencerse, no quedará más remedio
que someterla por medio de la recriminación y el látigo
de la voluntad.
Como
les dije, esto pertenece a la Segunda joya del Dragón
Amarillo. El Zen solo abarca la Primera Joya, estos conocimientos
que les estoy dando esta noche, pertenecen a la Segunda Joya.
¿Hay preguntas?
P.-
Maestro: nos indicaron que también se podría
meditar en los opuestos; que si tengo en la mente una joven
bonita, debo entonces colocarle una joven fea, y si veo una
flor, colocarle una flor marchita. ¿Así puedo
disiparla? ¿Es posible también aquietar la mente,
no a la fuerza sino esperar a que se aquiete espontáneamente?
R.-
Todo eso que tú estás exponiendo no es otra
cosa que "Fragmentos de una Enseñanza Desconocida".
Lo que va más al fondo de todo esto, es lo que estoy
enseñando. Así, por ejemplo ¿nos asalta
un pensamiento de odio, un pensamiento malvado? Pues hay que
tratar de comprenderlo, tratar de ver su antítesis,
que es el Amor. Si hay Amor, ¿Por qué ese odio,
con qué objeto? Surge, por ejemplo, el recuerdo de
un acto lujurioso. Pasar por la mente el Cáliz Sagrado
y la Santa Lanza, y decir: ¿Por qué he de profanarlos
con mis pensamientos morbosos? En la síntesis pues,
está la clave, saber buscar siempre la síntesis,
porque de la tesis hay que pasar a la antítesis, pero
la Verdad no se encuentra ni en la tesis ni en la antítesis.
En la antítesis y en la tesis hay discusión,
y el resultado de la discusión es la solución.
Eso es lo que exactamente se quiere: afirmación, negación,
discusión y solución. Afirmación de un
mal pensamiento; negación del mismo mediante la comprensión
de su opuesto; discusión: hay que discutir qué
es lo que tiene de real el uno y el otro, hasta llegar a la
sabiduría, y dejar la mente quieta, en silencio. Así
es como se debe practicar; todo eso es una parte, pues, de
las prácticas conscientes, de la observación
de lo que hay de no-atento. Pero simplemente, si decimos que
"al recuerdo de una persona alta le oponemos enfrente
a una persona bajita, y adiós", no está
correcto; lo correcto sería decir que "lo alto
y lo bajo no son sino dos aspectos de una misma cosa",
y "lo que importa no es lo alto ni lo bajo, sino lo que
hay de verdad tras de todo eso"; lo alto y lo bajo son
dos fenómenos simplemente ilusorios de la mente. Así
se llega pues a la síntesis, a la solución.
P.-
Maestro: yo estoy atento a sus explicaciones, ¿pero
cual es la parte que no está atenta, que no pone atención?
Eso es lo que yo no entiendo: trato de liberarme de la mente;
el hecho de que yo esté captando los pensamientos,
las imágenes que vienen. Que las esté analizando
para ver qué dudas tienen, ¿es eso lo que se
llama "atención"?
R.-
Allí hay atención; pero lo no-atento está
formado por el subconsciente, por lo incoherente, por la cantidad
de recuerdos que surgen en la mente; por las memorias del
pasado, que asaltan una y otra vez; por los desechos de la
memoria, etc.
P.-
¿Y esos hay que rechazarlos?
R.-
Ni aceptarlos ni rechazarlos, sino hacerse conscientes de
lo que hay no-atento, y así queda lo no-atento, atento
en forma natural y espontánea; queda atento lo no-atento.
P.-
Maestro: ¿Esto se puede hacer también en la
vida práctica? Cuando viene un mal pensamiento, ¿se
puede hacer la meditación en plena vida diaria?
R.-
Claro que sí, lo hace sencillamente el que está
práctico, hace de la vida corriente una continua meditación.
No solamente medita en aquellos instantes en que se encuentra
en su casa, o en el santuario, o en el lumisial, practicando,
sino que también puede abarcar la corriente del diario
vivir, y su vida la convierte de hecho en una constante meditación.
Así es como realmente, viene la Verdad. ¿Hay
alguna otra pregunta?
P.-
¿Podemos decir que la Mente es el Ego, y que la Conciencia
es el Alma?
R.- Pues sí, la mente en sí misma es el Ego;
pero es conveniente saber que al destruir el Ego, queda la
substancia mental. Puede fabricarse el Cuerpo Mental, pero
siempre se tendrá la mente. Lo importante es liberarse
de la mente, hacerse libre de ella, aprender a funcionar en
el Mundo del Espíritu Puro sin la mente; saber vivir
en esa Corriente del Sonido que está más allá
de la mente y que no es del tiempo. En la Mente lo que hay
es ignorancia. La Real Sabiduría no está en
la mente, está más allá de la mente;
la mente es ignorante, y por eso se cae y se cae en tantos
errores graves.
P.-
Maestro: se sufre mucho con la mente; yo estoy en una constante
batalla contra ella.
R.-
Todos los seres humanos están amargados con la mente.
Vean ustedes cuan necios son aquellos que hacen propaganda
"mentalista", aquellos que prometen "poderes
mentales", que le enseñan a otros a dominar mentes
ajenas, etc., etc., etc. La mente no ha hecho feliz a nadie.
La verdadera felicidad está mucho más allá
de la mente; uno no puede llegar a conocer la felicidad hasta
tanto no se independice de la mente ¿Hay alguna otra
pregunta, hermanos?
P.-
¿Cuando uno está soñando, es porque no
está atento?
R.-
Los sueños son propios de la inconsciencia; cuando
uno despierta consciencia, deja los sueños, los sueños
no son sino proyecciones de la mente: Recuerdo un cierto día,
un caso mío en los Mundos Superiores -fue solamente
un caso de descuido-: Vi como me salió de la mente
un sueño; ya iba a comenzar a soñar y reaccioné
contra el sueño que se me escapó por un segundo
de descuido. Claro, como me di cuenta del proceso, rápidamente
me alejé de esa forma petrificada, que se me escapó
por un segundo de descuido. ¿Qué tal si yo hubiera
estado dormido? Allí hubiera quedado, enredado en esa
forma mental de lo lindo, pero cuando uno está despierto,
sabe inmediatamente que en un momento de no-atención,
se puede escapar un sueño y quedar uno enredado en
ese sueño toda la noche, hasta el amanecer.
P.-
Yo tuve un sueño, precisamente de cuando era pequeña...
R.-
No, allí no hubo un sueño; hubo sencillamente
un proceso de recordación de su infancia. Eso no es
sueño, eso es diferente; eso es real, es producto del
desecho de la memoria, que se escapa de la mente, coincide
con lo que vivió en su infancia; es un proceso de recordación.
Lo que importa en nosotros, pues, es despertar Conciencia
para dejar de soñar, dejar de pensar, este pensar que
es materia cósmica, es la mente, porque el mismo Astral
no es más que la misma cristalización de la
materia mental, y el mundo físico es, también,
mente condensada. Así pues, la mente es materia y muy
grosera, ya sea en estado físico, ya sea en el estado
llamado "astral" -"manásico"; como
dicen los indostanes-, de todas maneras es la mente, grosera
y material. El Astral no es más que mente condensada,
el físico es mente también; la mente es materia,
ya física o metafísica, pero materia, y por
lo tanto no puede hacernos dichosos. Para conocer la auténtica
felicidad, la verdadera sabiduría, debemos salirnos
de la mente y vivir en el mundo del Ser, eso sí es
muy importante.
P.-
Maestro: ¿está usted negando el poder creador
de la mente en el mundo físico? Naturalmente que allá,
desde luego, en esos mundos inefables, es un estorbo la mente,
y hay que liberarse de ella para funcionar en los Mundos Superiores.
R.-
No negamos el poder creador de la mente; es claro que todo
lo que existe es mente condensada, ¿pero qué
ganamos con eso? ¿Acaso nos ha dado la felicidad? Podemos
nosotros hacer maravillas con la mente, crearnos muchas cosas
en la vida -los grandes inventos son mente condensada-, pero
ese tipo de creaciones, ¿nos harán felices?
Lo que necesitamos es independizarnos, salir de ese calabozo
de la materia, porque la mente es materia; hay que salirse
de la materia, vivir en función de espíritus,
como seres, como criaturas felices, más allá
de la materia. La materia siempre es grosera, aunque asuma
hermosas figuras, es dolorosa siempre.
Sí,
nosotros lo que buscamos es la felicidad, pero la auténtica
felicidad no la encontraremos en la materia, sino en el Espíritu.
Necesitamos liberarnos de la mente; la verdadera felicidad
viene a nosotros cuando nos salimos del calabozo de la mente
-eso es lo cierto-. No negamos que la mente pueda ser creadora
de cosas: crea inventos, maravillas, prodigios, ¿pero
acaso esto nos da la felicidad? ¿Cuál de nosotros
es feliz? Si alguno de ustedes es feliz, pues que levante
el dedo -a ver, yo quisiera conocerlo-. Nosotros estamos aquí
porque buscamos el verdadero camino que ha de conducirnos
a la felicidad. Si la mente no nos ha dado la felicidad, tenemos
que saber cómo evadirnos de la mente, y ese es el objeto
de nuestras prácticas y estudios. ¿Hay alguna
otra pregunta?
P.-
El llamar la atención del inconsciente por el consciente,
¿pertenece también a la Segunda Joya del Dragón
Amarillo?
R.-
También, pues, pertenece a la Segunda Joya del Dragón
Amarillo, eso es obvio. En nosotros existe, por ejemplo, un
tres por ciento de Conciencia, y hay un noventa y siete por
ciento de subconsciencia -eso es cierto-; entonces lo que
tenemos de consciente debe dirigirse a lo que tenemos de inconsciente
o subconsciente, para recriminarle y hacerle ver que debe
convertirse en consciente. Pero hay necesidad de que la parte
consciente recrimine a la parte subconsciente, para que el
subconsciente se haga consciente. Esto de que la parte consciente
se dirija a la parte subconsciente, es un ejercicio muy importante
que se puede practicar en la aurora; así las partes
inconscientes, poco a poco, se van volviendo conscientes.
P.-
Maestro, eso es algo similar a lo de David contra Goliat:
el tres por ciento contra el noventa y siete por ciento, ¿no
es así?
R.-
Es que las partes subconscientes no se van a volver conscientes
de inmediato, eso es todo un proceso, un proceso largo, pero
al fin se logra. ¿Hay alguna otra pregunta, hermanos?
Como no hay más preguntas, vamos a entrar en meditación...
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